domingo, 15 de junio de 2008

Imitadores y ladrones

Entre imitar y plagiar hay un mundo. El proceso de imitación necesita esfuerzo, el plagio disimulo. Uno va hacia adelante y el otro recula. La mayoría de series españolas plagian y lo que tienen que hacer es imitar porque si lo hacen bien, si la propuesta es interesante y la historia es buena, la gente, incluidos los que se den cuenta, disfrutarán.

La semana pasada tras el estreno de Lex a todos se nos pasó por la cabeza Ally McBeal, y la verdad es que Lex no se parece en nada, pero en nada. Yo nombré la serie de David E. Kelly para hacer un chiste sobre la personalidad esquizoide tanto de Ally como de Eli Stone y la personalidad de un Javier Cámara al que solo le cambiaba el humor por culpa de un mal director.

Existe también una relación entre ambas series en el personaje de Richard Fish y Santi Millán. Es de cajón, porque Santi Millán está siempre en medio, no ejerce nunca de abogado y no para de hablar de dinero. Eso es un hecho. Pero no hay nada más que relacione Ally McBeal con Lex. Nada. Por desgracia. Porque si Lex dejara de coger detalles sueltos y se dedicara a imitar, a lo mejor sería buena. Si en vez de copiar descaradamente la sala de juntas de Ally McBeal, se tomaran todo ese tiempo en crear personajes con matices, a lo mejor la serie mejoraría.

Hay una clara coincidencia con Nip Tuck y es el triángulo entre Santi Millán, Natalie Poza y Javier Cámara, los 3 fueron juntos a la Universidad y por lo visto Millán siempre la ha querido. No, parece ser que ellos nunca se enrollaron, pero es que Millán no es el guaperas, el guaperas es el otro, el feo. Por eso tampoco se parece a Nip Tuck porque si se pareciera, Lex sería buena.

Acabo de ver el primer capítulo de la segunda temporada de Nip Tuck, es un capítulo fascinante que habla sobre el paso del tiempo. Nada más empezar el capítulo Sean Macnamara se sirve un café y al agacharse se encuentra con su propia imagen reflejada en la tostadora. Tiene papada, su piel se cae y eso pasa justo el día que cumple 40 años. Entonces entra Christian, su socio, con el regalo de cumpleaños, es una inyección de Botox. Sean rechaza el regalo, dice que la gente tiene que asumir su edad. Esa misma tarde Julia lo sorprende con una fiesta sorpresa de cumpleaños, aunque Sean ya lo sabía "Cuando llevas casado 20 años ya no hay sorpresas". Sean disfruta de su fiesta con su familia y sus amigos pero justo cuando va a soplar las velas, que son 40 y están distribuidas en una tarta interminable, se da cuenta de que no tiene fuerza para apagarlas todas.

En el capítulo hay dos tramas, la primera es la de la madre de Julia que quiere hacerse un lifting para que los hombres vuelvan a desearla y la segunda trama es la de Erica Naughton que da nombre al capítulo. Ella va a pedir una recontrucción total de su cara porque en una noche loca con su amigo gay, su arma se disparó. Ambos son como uña y carne, él la acompaña a la clínica y ella no puede vivir sin él. A lo largo del capítulo la trama da un giro, ellos no estaban en una noche loca, habían planeado suicidarse, estaban solos, habían llegado a una edad decisiva y a un punto de no retorno. Iban a dispararse el uno al otro, pero ella no disparó porque lo amaba. Él ahora quiere olvidar el pasado, parece ser que se ha enamorado de un chico y que por fin podrá tener la vida que siempre habían deseado. Pero ella no lo permitirá, porque no puede soportar que uno de los dos sea feliz, así que le dispara.

Las tramas van de lo mismo, solo que no se nota hasta el último momento. Las tramas cambian, giran y lo que parecía al principio se convierte en otra cosa. Eso es una serie de televisión.

En el segundo capítulo de Lex, hay una historia de una chica embarazada que perdió a su novio, tiene 15 años, sus padres quieren que aborte porque si no, puede morir. Esta trama ayuda al personaje de Natalie Poza a decidir tener un bebé porque también se ha quedado embarazada. Como trama, como historia no tiene ningún valor. No gira, no ayuda, y su sola existencia hace que sea super previsible la decisión de la protagonista.

La segunda trama va de infidelidad. Y aquí sí que podían jugar, ya que en el piloto se había hablado de la infidelidad nada menos que con los dos protagonistas. Sin embargo el tema se trata como siempre en la superficie. Lo convierten en una historia tonta con un personaje cómico (magnífica Marta Aledo) y un absurdo misterio con un mechero.

La cosa es que aunque las tramas son malas, son mucho más interesantes que lo que les pasa a sus protagonistas.

¿A qué quiero llegar con todo esto? A que los plagios son malos pero la imitación no. Olviden las tramas de Nip Tuck, copien la serie, copien la estructura, aprendan de los personajes, aprendan de lo mejor de Ally McBeal. Es más, cojan Ally McBeal y cojan después Eli Stone, y comprendan lo que puede pasar con dos series que en principio parecen iguales pero no lo son en absoluto. Eso se llama imitar, se llama aprender. Y no se llama robar. Y eso es hacer ficción.