miércoles, 15 de abril de 2009

Estúpidos

En estos días, como en Estados Unidos la cosa está parada, estamos viendo series nuevas y algunas de repuesto, que son esas series que solo vemos en períodos de sequía. Una de éstas es Curb your enthusiasm.

Yo nunca fui fan de Seinfeld, y no porque tenga un serio problema con las series sobre estúpidos que también, sino porque no había manera de que me interesaran ninguno de sus personajes. Jerry Seinfeld era tan hortera que me dolían los ojos. Julia Louis Dreyfuss, por Dios, era verla y querer tirarme encima de la tele con unas tijeras para cortarle el pelo, de George Constanza mejor no hablar y lo más grave es que Kramer jamás me hizo reir. Vi capítulos sueltos, algunos me hicieron mucha gracia, pero esa serie no estaba hecha para mí.




Con Curb your enthusiasm me pasa otra cosa. Me parece sensacional, me río muchísimo pero lo paso fatal. Quiero verla y no puedo. Sufro todo el tiempo y por eso la vemos sólo en circunstancias especiales, tengo que estar preparada. Yo puedo ver zombies, fantasmas japoneses caminando de espaldas, Kill Bill, vampiros... pero no puedo tolerar a los estúpidos. Lo digo en serio, es una fobia, me duele el cuerpo y lo paso francamente mal.

La idea de este post surgió en esta semana santa porque empecé a ver dos nuevas series de estúpidos: Party Down y Worst Week. Y me pasa lo mismo que con Curb your enthusiasm, las veo con una mano abierta tapándome el ojo.

Party Down es la nueva serie de Rob Thomas, el creador de Verónica Mars. Es una sitcom loquísima escrita nada menos que por Paul Rudd (suspiro de amor). Es de esas series que cuando un guionista la ve se pregunta por qué coño no se le ocurrió a él. La cosa va de un grupo de perdedores (actores y guionistas) que jamás lograron el éxito, o mejor dicho, ni siquiera se acercaron a él y que en la treintena deben currar de camareros para sobrevivir. Pero no son simples camareros, trabajan en una empresa de catering que en cada capítulo sirve en una fiesta distinta. Entonces la cosa va de cómo una panda de idiotas convive durante interminables horas con diferentes grupos sociales, todavía más idiotas claro. Una convención de jóvenes republicanos, ancianos buscando pareja, familias mediocres en urbanizaciones de lujo... no hace falta ser muy listo para imaginar cómo puede acabar una de esas reuniones.


Worst Week es diferente. Va sobre un estúpido pero mucho menos bizarro. Estamos en una versión por capítulos de "Meet the parents". Un idiota integral va a conocer a sus suegros y como quiere caerles bien... bueno, ya conocen el final. Es como Agárralo como puedas en versión sitcom. Es un suplicio para mí.




Me plantée hace poco que esto no me pasa con cualquiera. Por ejemplo no me pasa con Michael Scott, que es el mayor de los idiotas y creo que más o menos he dado con la clave.

La razón por la que soporto la estupidez de Michael Scott y no la de Larry David (y en el saco de este último meto al prota de Worst Week o los de Party Down) es porque The office se mueve dentro de la realidad. Aunque Curb your enthusiasm también juega con el truco del documental, no lo es para nada. La cámara no está. En The office sí y esa imposición existe en cada uno de sus elementos. Así si Michael Scott hace alguna de sus tonterías, las personas que están a su alrededor reaccionan desde la realidad. Pasan de él la mayoría de las veces, son personas dejadas, que ni les va ni les viene la decisión de Michael. Nos reímos de él pero las reacciones de sus víctimas no van a provocar ningún conflicto, actuarán desde la desidia. Pero hay algo todavía más importante. Michael no sabe que mete la pata, no cree ser un idiota. Y ahí está la clave. Michael cree que todo lo hace bien. Incluso sus errores los da por válidos.

Larry es consciente de cada consecuencia de sus actos. Sabe que va a provocar reacciones y esas reacciones se multiplican porque la gente que lo rodea es igual o más idiota que él. Es una idiotez ficcionada, exagerada. En The office se trata de una idiotez tan real que pasa desapercibida.

Curb your Enthusiasm tiene algo mucho peor que todas las sitcoms que he comentado, y es que todos hemos hecho cosas muy parecidas a las que hace Larry David. Porque los desencadenantes nacen de situaciones demasiado cotidianas y reconocibles. Es probable que muchos de nosotros nos hayamos cambiado de lavabo al descubrir el picaporte roto. Claro que si eso nos pasara no nos encontraríamos inmediatamente después con una niña psicópata que nos pidiera que le cortáramos el pelo a su muñeca. La realidad es mucho más aburrida.

Aunque estamos hablando de 3 series bien distintas, la estructura de las series de estúpidos es muy parecida. Todas ellas utilizan un gancho. Esa cáscara de plátano que nos muestran para que empecemos a imaginar consecuencias terribles. Como el pez japonés de Agárralo como puedas, esa especie en extinción que nos costó tanto conseguir. Háblale al idiota de tus tesoros y olvídate de ellos. La gente en la vida real no tiene cosas tan valiosas, por eso The office no nos duele tanto. Michael Scott sólo destroza el ánimo, es lo que tiene la clase obrera.