miércoles, 22 de abril de 2009

Galáctica

Esta entrada contiene Spoilers.

El vacío que uno siente cuando se acaba una serie no se puede comparar con nada. Y yo antes creía que era directamente proporcional a los años que uno le había dedicado pero no. No tiene nada que ver. Vi Battlestar Galáctica durante 4 semanas de mi vida y hoy siento que esos personajes estuvieron conmigo años enteros.

Yo no soy nada de ciencia ficción. Me he leído algo de Arthur C. Clarke, amo Star wars, pero ya está. Nunca me interesó Star trek y no suelo ir al cine a ver cosas como Stargate, a no ser que salga George Clooney. Y si vi Galáctica fue porque estaba harta de ir cerrando blogs llenos de spoilers. Quería dejar de censurar. Había leído cosas realmente estupendas sobre la serie, pero la verdad que pensaba que todos estaban exagerando, porque casi todos los que adoraban Galáctica eran amantes de la ciencia ficción.

BSG es una serie de personajes cuya mayor virtud consiste en mostrarnos el paralelismo entre su universo y el nuestro. Guerra, corrupción, terrorismo, religión, intolerancia, racismo, todo encima de una misma nave. Conceptos reconocibles pero eficazmente colocados debajo de una trama en la que el bien y el mal se enfrentan. Humanos contra cylons. Hombres contra máquinas. La guerra definitiva.


En el documental "The fog of war" MacNamara terminaba explicando que el hombre siempre irá a la guerra, es su naturaleza y contra eso no se puede luchar, el tema está en encontrar el mejor estratega posible. En Galáctica ese hombre es Bill Adama, el encargado de lidiar entre lo ético y lo racional. El último capítulo de la serie nos devuelve al origen. Sorprendentemente el capítulo final está lleno de flashbacks que nos muestran el antes y el después del ataque cylon. El antes y el después de cada uno de nuestros personajes. Bill Adama vomita tirado en la acera, con la convicción de haber llegado al final. Un final que nada tiene que ver con el real, el del hombre que lo ha vivido todo y que ha dado todo lo que un hombre es capaz de dar.

Una de las cosas más llamativas de la serie, una de las cosas por las que yo he babeado desde el minuto uno, al margen de los estupendos misterios alrededor de la identidad de los cylons... es el de la creación de personajes. Y no sólo hablo de guión. Es imposible mantener la tensión en una serie así sin personajes que se aferren a ti desde el principio y no te suelten. Lee Adama, Starbuck, Gaius Baltar, Laura Roslin... eran todos maravillosos. En todas las series siempre hay uno que es tu ojito derecho. Aquí no. Los amabas a todos por igual. Los odiabas cuando tomaban la decisión equivocada, que era casi siempre, y cuando aparecían el mundo se esfumaba. Pero ¿Y los cylons? ¿Ustedes se han dado cuenta de que se trataba de las mismas personas? ¿Pero distintas? Podías diferenciar a cada número 6, a cada 8... sabías cuando esa china era Boomer y cuando era una que pasaba por ahí. Es increíble. Eso es escribir, eso es dirigir actores. Y bueno, esos actores... Qué matices, qué evolución. Qué tiene que ver la Starbuck de la primera temporada a la de la última ¿Y Baltar?

Mierda, sí que tengo un ojito derecho sí. A ver, he amado a Starbuck hasta la extenuación, pero solo Gaius Baltar podía ser mi ojito derecho. Ay dios, qué mal lo pasé. Sabía que era bueno hasta cuando era un hijo de puta. Solo lo odié un poco cuando se convirtió en mesías, pero no podía ser real. No podía ser ése su cometido. Tenía que ser algo más lógico. Tenía que reencontrarse consigo mismo, aceptar su origen y redimirse del todo.



Otra de las cosas que amé de la serie fue que sus cliffhangers eran medidos, inteligentes y honestos. Si disparaban a alguien, en el siguiente capítulo estaría como poco en el hospital. Nada de "ah, que el arma no estaba cargada" ni "solo fue un rasguño". No, disparo en toda regla. Mentiras las justas. Tampoco se regodearon en los misterios acerca de la identidad cylon. Los últimos 5 fueron descubiertos a la vez sin mucho aspaviento.

El final de Galáctica es uno de los más exquisitos que yo recuerdo de una serie. Primero porque lo cierra todo, no hay más que rascar, no habrá continuación si no es con una precuela. Al menos no con esos personajes y miren que me duele. Segundo porque el giro es radical. Esa dicha con la que los personajes se abrazaban en los primeros capítulos de la serie, cuando se encontraban en la nave después de una batalla, dio paso a la desazón. Su Llegada a la Tierra nada tiene que ver con la promesa de una vida mejor ni con la recompensa por el trabajo bien hecho. Esa gente allí se va a morir de aburrimiento, por Dios Santo. Sin embargo, existe una esperanza. Ellos no van a acabar con las guerras, desde luego que no, el hombre es el hombre, es su naturaleza y la guerra existe y existirá siempre, solo que puede que esta vez haya un matiz, un ligero cambio que haga que el ciclo no se cumpla. Es posible que esta vez la raza humana se mantenga en la Tierra y que el apocalipsis no llegue nunca.

Al menos así lo dejan caer al final esos dos Ángeles divinos. Esos que han sido testigos de la historia interminable entre humanos y cylons desde el principio de los tiempos y desde el final de los tiempos. Ángel y demonio, demonio y ángel del único Dios que ha habido siempre. El que está más allá del bien y del mal y todo lo ve. Ése que posiblemente esté rodeado de muchos más ángeles que bajen al mundo de vez en cuando para velar por nosotros.


El final de la tripulación de Galáctica no podía ser otro que el comienzo. Starbuck los devuelve al origen, a la vida, a la única civilización posible para que esta vez la historia de un giro. Es posible también que esto no suceda, es posible que todo sea cíclico y que vuelva a empezar una y otra vez la guerra inevitable entre las máquinas y sus creadores. Pero yo me quedo con la lectura positiva. Supongo que es una cuestión de fe. Yo creo en mis chicos. Que además de Kara Thrace, todos y cada uno de ellos siempre serán recordados.