lunes, 28 de septiembre de 2009

De tetas y de aprendices

Irte a Nueva York al comienzo de una nueva edición de Gran Hermano es una verdadera putada. No hay manera de entender lo que está pasando. Yo todos los años hago un esfuerzo por engancharme porque siempre me coge de improviso y me pierdo la Gala cero (que además me aburre soberanamente) pero lo hago. Este año sin embargo, me cuesta. Porque todo empieza desde el conflicto. No hay principio, hay directamente nudo. Y cada vez está más enredado. ¿Por qué hay dos casas? ¿Cuál es la gracia? Si tienes una Nagore, no crees los dos grupos nada más empezar para que la echen a patadas ¡Déjala suelta! Es de cajón. Los grupos siempre terminan formándose ¿para qué forzarlo?



Como aún no estoy enganchada ni sé los nombres de nadie, el domingo me grabé el debate para verlo en flashforward (esto me recuerda que tengo que hablar del nuevo piloto de ABC) y entonces me encontré con un capítulo de Sin tetas no hay paraíso. Empecé a verlo y a lo tonto ¡me enganché! Nunca había visto la serie y me dejó embelesada. Me encanta el universo rameril, esas bellezas que van siempre tan divinas y tan bronceadas, el ruido de sus tacones y sus mansiones de catálogo. No puedo ser más fan de Amaia Salamanca. El único problema que le veo a la serie es que no hay un galán claro.


El supuesto galán

Parece que ahora el sustituto del duque será el policía corrupto. Pero habla muy raro, no sé si es porque fuerza el acento para hacerlo neutro o porque no sabe actuar. No me gusta su personaje, no sé si es porque está mal dirigido o porque no sabe actuar. Pero me da igual porque me engancha todo lo demás, la verdad que la trama principal me la sopla. Me gusta que haya un futbolista casado con una rubia hortera de piernas larguísimas y que tengan un chalet demencial. Me gustan los diálogos rebuscados y las miradas aviesas que prometen venganza. Esta serie funciona porque es seriamente exagerada. Se toman en serio cada detalle, las escenas de acción son estupendas, los decorados, el vestuario... Es un melodrama desvergonzado que no se esconde y que juega todas sus cartas. Encima los protas son más malos que la peste. Yo digo sí a Sin tetas no hay paraíso.

Hoy se estrenó El aprendiz, el nuevo relity de La Sexta, que está basado en su homónimo americano presidido nada menos que por Donald Trump (Por cierto, visité la torre Trump de la 5º avenida y aquello es una horterada de proporciones bíblicas). En este caso el encargado de enseñar a los concursantes será Luis Bassat un famoso publicista catalán. Al principio pensé que sería un error que el presentador no fuese una cara conocida, pero después de ver el programa de hoy me di cuenta de que la decisión ha sido acertadísima. Está claro que es bastante atractiva la presencia de un Trump, pero tampoco en España tenemos empresarios tan carismáticos y conocidos. El aprendiz español es exactamente igual que el original. Dura una hora, todo está perfectamente montado así que se pasa en nada y su baza principal está en la sabia elección de los concursantes y de los ayudantes del jefe. El de la gestapo y la mujer de hielo prometen juego y maldad a partes iguales.

En este primer capítulo había dos grupos, las chicas y los chicos. Tenían que vender aceitunas en un mercadillo. El grupo que más vendiera ganaba. No piensen todos que qué tontería, no. Es muy complicado, hay que nombrar un líder, decidir la política de precios, tomar decisiones en pocos minutos. Es un sindios. La cosa es que el grupo de las chicas dejaba mucho que desear y los chicos eran los que parecían más preparados, pero fueron los que perdieron.


En The apprentice pasó lo mismo. Durante la primera temporada que ya tiene unos 6 años ¡¡¡constantemente ganaban las chicas!!!! Había una de ellas que era la hostia, grupo en el que estaba, grupo que ganaba. Los mejores siempre la elegían a ella para que los ayudara. Al final quedó finalista junto con dos chicos y durante la entrevista final ¡FUE DESCARTADA! De verdad que vale la pena ver este programa porque se aprende muchísimo del mundo empresarial que es fascinante. Pero lo mejor de todo es que por fin podemos ver un reality donde a los concursantes se les entiende perfectamente cuando hablan.