domingo, 4 de abril de 2010

El final de Nip Tuck

Me quedé apalancada durante muchos días por culpa del final de Nip Tuck. No tenía ni idea de cómo hablar de él y ahora tampoco creo que la tenga. No leas si no has visto el capítulo final.

Nip Tuck terminó y yo, para variar, lo viví triste. Y la ausencia se notó más porque a todos nos cogió desprevenidos. Alguien dijo "Nip tuck termina mañana" y lo confirmamos al poner el capítulo y ver en los subtítulos el aviso de "Capítulo final". No sé exactamente qué pasó, la huelga empezó a liarlo todo, de pronto pasamos de una temporada de 22 episodios a dos de 10. FX había confirmado una nueva temporada y no solo eso, prometió que habría serie hasta el 2011, hubo líos con los números, la Sexta era la Quinta y la Séptima, la Sexta. Y de pronto un día va y se acaba. Y Troy y McNamara van y nos dejan... con lo puesto...



Muchas cosas se me habían ocurrido pero no di ni una, porque lo genial de esta serie es que jamás te daba lo que esperabas. Para lo bueno y para lo malo. Yo esperé que volvieran a Miami, quería verlos envejecer juntos, quería que Julia volviera con Sean. Quise que Christian se redimiera. Qué ilusa.

Nip Tuck fue irreverente, la quinta temporada nos dejó destrozados. Con la chiflada de Coleen Rose amenazando la vida de Sean y desestabilizando la idílica vida en Los Ángeles. Yo de verdad que no creía que la cosa pudiera ir a peor. No recuerdo haber visto en mi vida capítulos tan escalofriantes, ese asesinato entre peluches, qué cosa más desagradable. Ese tenía que ser el infierno, la serie no podía ser más sórdida.



Pero entonces llegó otra loca, la doctora Teddy Rowe que encima trajo tela, porque durante la quinta fue nada menos que Kate Sackhoff y cuando empezó la sexta nos tuvimos que conformar con el engendro de Rose McGowan, que además de no poder reirse no sabe actuar. Pero como no tenía que caernos bien, tampoco fue mucho problema. La verdad que su personaje estaba muy cogido por los pelos, supongo que la salida de Kate Sackhoff les hizo plantearse que aquello no iba a ningún lado y la chica desapareció como se merecía, descuartizada por uno de su calaña. Y su ausencia ni la notamos. Y también vino el cáncer, y la supuesta redención. Christian por fin se había convertido en esa persona que todos sabíamos que llevaba dentro... que duró un suspiro claro. Porque en estas dos últimas temporadas madre de Dios... Qué pedazo de hijo de puta desalmado fue Christian Troy.

Yo de verdad que no podía creer que ese hombre hiciera lo que hacía. Nunca había visto a Christian tan feo, lo odié tanto que ni siquiera me resultaba atractivo. Todos estos capítulos de la sexta y la séptima eran tremendos porque los protagonistas, los pacientes episódicos fueron más extravagantes que nunca. A medida que pasaban los capítulos la bajada a los infiernos era brutal. Como aquel hijo que quería parecerse a su padre para que nadie se diera cuenta de que era adoptado, pero que en realidad lo que pretendía era parecerse a su padre porque así las orgías en las que participaban tenían más gracia. O aquella mujer que resultó estar enamorada del chimpancé que destrozó la cara de su amiga. O la modelo que decide volverse fea para poder pasar por fin desapercibida. ¡Y Matt McNamara en la cárcel y el implante de pechos!. Se me revuelve el estómago de recordarlo.

En cualquier serie, cualquier historia como ésta te haría revolcarte por los suelos, pero en Nip Tuck las cartas están dadas así. Y todos los personajes son capaces de vender su alma, a su hijo y a su madre, y te lo crees y te parece normal y lógico. Y con ese tipo de personajes, esperar un final feliz es estúpido. Y nada coherente. Nip Tuck ha sido desde el principio una serie que podía sacarse de la manga cualquier cosa. Hombres que pasan a ser mujeres, gays que pasan a ser heteros, nada chirriaba. Y ni siquiera hizo falta justificarlo.



Sólo quedaba una pieza para terminar el puzzle: Ava Moore. Pero para eso había que sacar a otra: Kimber. Porque no había universo donde esa mujer pudiera ser feliz mietras Christian Troy estuviera en él.

Ava se lleva a Matt, aunque no sepa darle amor y los doctores por fin se separan. Y así el engranaje se recompone y el mundo se ajusta. Los dos dejan libre a Julia y Christian deja libre a Sean.


Ellos siempre mentían, ellos sabían que la gente no iba a cambiar por más que le implantaran una talla 90 de pecho y le limaran el tabique, el alma es la misma. Pero para Sean McNamara todavía hay una oportunidad y será con el hijo de Ava. Y será sin su amigo.

Hay que cambiarlo todo para que todo siga igual. Y será Christian quien siga igual, tal y como empezó, en un bar, dándole una tarjeta a una doble de Kimber. Hay almas que no tienen remedio y Christian Troy seguirá destrozándolo todo, pero ahora, aquéllos a los que quiere están, por fin, a salvo.