TENGO EN MI HABER secretos de guerras, secretos de amistades, secretos de amores y simplemente secretos. A nadie me importa contarlos. Nunca me vi repitiendo lo que escuché, mucho menos mis juramentos. Yo no se si existe un Dios, pero muchas cosas ante El he jurado. Esos juramentos son sagados e intocables. Yo no existo, si no tengo honor. Para ello no necesito hablar con el cielo ni con el padre confesor; está en mi. Nunca me retracté de un juramento; nunca lo haré.
Dos veces en mi vida solamente me he permitido el lujo de enojarme y decir unas burradas; pero ni aún en esas ocasiones he retirado el juramento que le he hecho a Dios. De nada vale clamar tanto amor a Dios, tanto amor a su voluntad, tanto amor a un hombre, si a cada paso la cólera y la soberbia nos lleva a renunciar, a maldecir, a abandonar los juramentos. Esas cosas están muy ajenas a mi manera de pensar, sentir y ser.
Dejar que la soberbia se apropie de nuestros sentidos y el odio, aunque sea momentaneo domine nuestras expresiones es una pobre manera de amar. Las formaciones cerebrales de ideas que enceguecen son enfermizas y no caben en mi persona, y de amar tampoco son.
Muchas son ya las ocasiones en que esto sucede y cada vez es más bajo el nivel de los insultos, de las palabras de los lazos que nos unen, o que nos unían que ya dudo de la existencia de nuestro amor. Cuando parecía que la felicidad habia llegado, que las sombras, las mentiras, los engaños, los "hermanitos", los "galantes caballeros", "los enfermos de asilar" habian pasado a mejor vida, surgen nuevos obstaculos ajenos a nuestras voluntades, nuevas promesas pero con palabras frias, vacias de contenido amoroso y deseos de nuevas aventuras lo suficientemente poderosas como para empañar el camino. Y un camino enfangado es muy dificil de andar.
Yo se que el dolor de la pérdida ha sido desvastador, pero he ahi el caso; dices del momento que más me necesitabas, eso yo lo creo firmemente, mas, durante todo este tiempo en lugar de pemitirme acercarme con una palabra de aliento, me has espantado para que me aleje y te deje sola con tu pena. ¿Quién te entiende pués?
Has dicho más de una vez, y es posible que sea cierto, que ningún hombre te entiende o te ha entendido como yo te entiendo. No creo que puedas encontrar facilmente otro hombre que te mime, te cuide y se preocupe por cada minuto de tu vida como yo, pero eso se te va de la mente en el instante en que quieres algo sea razonable o no, alcanzable o no. Y al instante te surgen los insultos y las vejaciones. Y solo te toma medio segundo romper relaciones conmigo. ¿Y quiéres saber la verdad, ya que llegamos a este punto?
De tantas cosas que has hecho que no me gustan ni me convencen de ti, hay una que te he insinuado y no he dicho claramente pero voy a decirtela ahora. Los "amigos" que no puedes abandonar por como dices tú "Ética". Dices que soy el amor de tu vida, tu hombre, tu marido, tu todo, pero a cada minuto rompes nuestras relaciones, me insultas me predicas odio y rencor. Y dices que no puedes vivir sin mi.
Mas, a los que te vejan insultan y maldicen, los mantienes como amigos aún contra mi voluntad o consejos. ¿Por qué? Con ellos nunca rompes relaciones. ¿Por qué? Yo se bien el por qué. Siempre quieres tener la reserva de regresar a ver si la "adoración" sigue existiendo porque para ti cada hombre, cada poeta debe adorarte. Y por que te adoren y adulen alguna vez no te importa sacrificar mi amor. Esa enfermedad te aqueja y es tu placer sufrirla. ¿De qué hablamos entónces?
¿Dónde está el amor ahora? ¿Dónde están tus juramentos? ¿Dónde está tu gran respeto a ese Dios que dices amar tanto y que tan poco respeto le das al violar los juramentos que le haces?
¿Qué más quiéres de mí?
Me has puesto una canción titulada "¿Quien te crees Tú?"
Tal vez tú mejor que nadie sabes la respuesta.