sábado, 21 de enero de 2012

Arquitectura Sostenible y Cradle to Cradle, una tendencia necesaria


La arquitectura sostenible y el ecologismo sostenible han tenido hasta ahora siempre una visión a nuestro parecer anticuada, estática y que basaba su filosofía en culpar a la humanidad por destruir el medio ambiente y lo único que proponían era minimizar esta destrucción.
Con la filosofía del Cradle to Cradle (De la cuna a la Cuna), podemos encontrar otro camino diferente al ecologismo tradicional. Ya no basta con contaminar poco o no contaminar: debemos repensar nuestras vidas para que nuestra actividad limpie y recupere el planeta, y si es posible lo deje mejor que antes.

¿En qué se basan?
Tenemos la técnica y los medios. Falta cambiar la mentalidad -que el objetivo deje de ser no ensuciar y pase a ser limpiar-, en conclusión, los diseñadores deberían imitar a la naturaleza a la hora de crear productos y servicios de valor ecológico, social y económico.

¿Cuándo se ha visto que la naturaleza contamine o genere residuos?
En su libro, McDonough y Braungart ponen un cerezo como ejemplo: «Cada primavera saca miles de flores, que más tarde caen al suelo: eso no parece muy eficaz. Pero las flores se convierten en alimento de otros seres vivos, así que su abundancia es tanto segura como útil, ya que contribuye a la salud de un próspero sistema interdependiente. Además, el árbol produce múltiples efectos positivos, emite oxígeno, transpira agua o crea un hábitat, entre otros. ¡Y encima es bonito!».
Nosotros podemos hacerlo y crecer como especie.


 ¿Solución? Eliminar los vertederos de nuestro sistema productivo
Hemos de pasar del ciclo Fábrica/Consumo/Vertedero al Fábrica/Consumo/Fábrica (Cradle to Cradle)
Según el Cradle to Cradle, podríamos mantener nuestro ritmo de consumo derrochador sin perjudicar el medio ambiente siempre que creásemos técnicas de producción más eficaces y, lo que es más importante, siempre que no produjésemos residuos. ¿Suena a utopía? No tiene por qué serlo si seguimos el concepto Cradle to Cradle, según el cual, residuo = alimento.

La idea es sencilla: todos los inputs y outputs de materiales deben ser nutrientes técnicos (representados por el ciclo azul) o bien nutrientes biológicos (el ciclo verde). De ese modo, los nutrientes técnicos, como los plásticos, el cristal o los metales, se pueden reutilizar o reciclar fácilmente sin que el material pierda calidad. Por otro lado, los nutrientes biológicos, como la madera, el algodón o el corcho, se pueden compostar para convertirlos en nutrientes de otros materiales renovables futuros.
El reto es no mezclar materiales biológicos y técnicos de manera que no se puedan separar al final de su vida, ya que ello imposibilitaría su reciclaje o su reutilización.



Objetivo final
A pesar de lo sencillo que pueda sonar, la factibilidad del Cradle to Cradle ha despertado cierto escepticismo. Para demostrar que realmente es posible, sólo hay que mirar los productos que ya han conseguido el certificado Cradle to Cradle. Van de pinturas a materiales de construcción, pasando por mobiliario, pañales o incluso edificios enteros. No obstante, una cosa está clara: nadie ha dicho que vaya a ser fácil. Ninguna revolución lo ha sido nunca, pero debemos asegurarnos de que la próxima “Revolución Industrial” sea verde y de que genere beneficios tanto para la gente como para el planeta.


Artículo sobre Michael Braungart: