Sí. Lo sé. No está bien que precisamente en este blog hagamos uso de la falacia ad verecundiam (o de autoridad), pero que quieren que les diga. Voy a probar lo que se siente.
Habrán oído infinidad de veces lo de que hay médicos que recetan homeopatía por doquier, como si de medicina se tratara. O muy manido es también acudir al premio Nobel de Medicina Luc Montaigner, que ha defendido en innumerables ocasiones a la homeoestafa.
Habrán oído infinidad de veces lo de que hay médicos que recetan homeopatía por doquier, como si de medicina se tratara. O muy manido es también acudir al premio Nobel de Medicina Luc Montaigner, que ha defendido en innumerables ocasiones a la homeoestafa.
Que le vamos a hacer. Esta es la típica situación en la que solo se oye a los pocos que chillan. Y de sopetón, uno de ellos, por casualidad, es premio Nobel. Como si el simple hecho de que un grupo de ricos y burgueses suecos decida que tal persona merece un premio que ellos otorgan, pudiera hacer que el que recibe el galardón, tenga razón en todo. Y menos en ciencia, cuyos pilares fundamentales se encuentran sustentados en las pruebas y no en las opiniones de nadie. Por mucha autoridad que pueda tener alguien, inclusive en algún campo científico. Es como si mañana el vitoreado Stephen Hawking declarase ante los medios de todo el mundo que la Ley de la Gravedad nos hace flotar. Dudo que alguien se lanzara desde un 5º piso para probarlo. ¿Por qué? Pues porque la ciencia no es democrática. Y eso es una gran suerte y el quid de la cuestión. Le importa un pepino lo que usted y yo opinemos, sea cual sea nuestra posición social o lo que hayamos hecho en el pasado.
Pues bien, puesto que a los homeochistosos les gusta tirar de Luc Montaigner, me gustaría que probaran su propia medicina sustancia, pero yo si acudiré a la medicina alopática -como les gusta esta palabra- y les citaré la única frase sobre la homeoestafa que ha dedicado Jean-Marie Lehn, premio Nobel de Química en 1987, en una interesantísima e imperdible entrevista que publica hoy JotDown:
El problema con todos los datos que tenemos ahora es que es difícil procesar o distinguir la información de la propaganda. Vemos a gente diciendo: «Ah, no me gustan las vacunas, voy a estar sano gracias a los productos homeopáticos».¿Homeopatía? Basura. Sin molécula no hay efecto posible.
Por eso digo, ¿cuál debería ser el rol de la ciencia en la educación de la gente? La clave está en cómo se presenta la información a la gente, y como sabe, para las revistas y los periódicos es mucho más fácil asustarla que convencerla de algo positivo. Tomemos una analogía: en los periódicos puede leer que dos o tres personas han resultado muertas al cruzar la calle pero nunca le dicen cuánta gente ha cruzado la calle sin morir en el intento. Así que hacen del asunto un tema importante. Pero millones de personas han cruzado sin llegar a morir, y esta es la cuestión dentro de nuestra sociedad. Por ejemplo, con los transgénicos. Hemos modificados genéticamente productos agrícolas y ganaderos desde la Antigüedad, nuestras manzanas no son manzanas silvestres, ni nuestras patatas o vacas, nuestra leche tampoco, porque las vacas salvajes no producen mucha leche. Todo esto ha sido modificado genéticamente, por supuesto ha sido modificado por lo que algunos denominan un proceso natural, que está muy bien, pero resulta realmente extraño ver que la gente tiene miedo ahora que sabemos cómo hacer las cosas; por ejemplo, si hablas de tomates que no se pudren, eso es fantástico y la gente piensa: «Oh, esto es terrible, porque deberían ser naturales, deberían pudrirse tras una semana». Si el tomate sigue estando bien, eso es bueno, ¿no?
Qué es más importante transmitir cuando habla con los estudiantes, ¿el conocimiento o la forma?Lo más importante es transmitir el espíritu crítico, la forma de encarar las cosas, lo que se conoce como espíritu científico. Luego, se trate de química, física o biología, eso es únicamente una consecuencia, pero lo más importante es el planteamiento: no hay que dar nada por supuesto, hay que ser escéptico, mirar de forma crítica lo que le dicen a uno; el problema surge, incluso para nosotros, si alguien me habla de un nuevo experimento biológico; no puedo juzgar necesariamente si es correcto o no, así que tengo que preguntar a la gente supuestamente entendida en el asunto. Piense en lo siguiente: al tomar un avión… ¿querría poner a votación quién será el piloto?
A veces los gobiernos dicen: «No, no vamos a invertir en ciencia básica, sino en ciencia aplicada». ¿Qué le parece esto?Lo mejor es responder con algunos ejemplos. Cuando se descubrió la inversión de población que dio lugar al máser y el láser, ¿podría usted haber predicho que se llegaría a disparar a la luna con GPS? Otro ejemplo: cuando se descubrió la primera señal de resonancia magnética nuclear, era tan solo un pequeño pulso sobre una línea, un experimento de un físico, con una señal de una calidad terrible, pero un fenómeno muy importante. ¿Podría usted haber imaginado que se llegaría a lograr una imagen magnética y nuclear al introducir una persona entera en un escáner para analizarla por completo? ¡Imposible! Algo parecido me ocurrió recientemente que lo demuestra a una escala más pequeña. En 1990 habíamos presentado una serie de polímeros que yo llamé polímeros supramoleculares. Este era un campo interesante, que desarrollamos y al que mucha gente se incorporó, de tal forma que actualmente es un campo diferenciado. Muy básico. A finales de 2013 recibí un correo electrónico del director de una pequeña compañía, en el que decía: «Oh, hemos usado polímeros supramoleculares para fabricar implantes para el corazón de niños que sufren un defecto cardiovascular importante». Y esto se ha llevado a cabo en un hospital de Moscú. Aquí puede ver cómo es la ciencia, no se sabe en qué forma sucede: esta gente ha desarrollado este polímero, y utilizando la idea de los polímeros supramoleculares han desarrollando un biomaterial que ha sido utilizado por el profesor Bokeriya en el centro Bakulev de Moscú y ha sido implantado en primer lugar en una niña de cuatro años, Dominica, que ahora es capaz de saltar por donde va. ¿Cómo podía yo haber imaginado esto en 1990? ¡Imposible! La ciencia es así y sigue este camino, y nunca se sabe dónde puede terminar, por lo que ese es el tipo de ejemplos donde dices: «bien, intentemos comprender cómo funcionan las cosas». Si tenemos en cuenta el hecho de que existe mucha gente, muchos científicos alrededor del mundo, algunos verán algunas cosas y las intentarán aplicar. Pero por otra parte, hay muchos jugadores implicados; si tomas este ejemplo, en primer lugar alguien tiene que hacer el polímero, basándose en la idea de los polímeros supramoleculares, en segundo lugar alguien tiene que detectar que pueden servir para algo y después lograr el dinero para desarrollarlo, mediante inversores que pongan dinero en la compañía, lo que quiere decir que tiene que convencer a esos inversores. Luego tiene que hacer el compuesto, ser lo bastante inteligente para que sea bueno, encontrar un hospital que esté dispuesto a aplicarlo… tantos pasos.
Y ya no les descubro más, que la verdad, merece la pena leérsela entera.
Entren. Y lean, lean.