martes, 22 de septiembre de 2009

Nueva York

Nueva York es una ciudad complicada que no acepta términos medios, o la detestas o la amas. El tema es que puedes detestarla y amarla al mismo tiempo. Esto diría que es casi lo normal y es lo que nos pasó a nosotros. La amas durante 100 metros y la detestas los 300 siguientes. Por la noche, los pies destrozados te hacen odiarla y por la mañana vuelve el amor. Nueva York necesita libro de instrucciones.

Escribo esto desde el avión, estoy deseando llegar a casa porque 10 días han sido demasiados. Durante estos diez días hablé pestes de Nueva York pero también la disfruté muchísimo. Hoy era la última mañana. Me desperté a las 7 para quemar los últimos cartuchos y me fui paseando a Columbus circle para dar una última vuelta bordeando el Central park. Ver a la gente saliendo de sus casas del Upper west side para hacer footing un domingo por la mañana no tiene precio. Más tarde crucé la calle y me encontré con un lugar llamado Sarabeth´s donde servían Brunch y me tomé unos pancakes con fresas y sirope de arce. El sitio empezó a llenarse y a las 10 aquello era un desfile de preciosas Serenas Van der Woodsen y mini Lourdes María. Copos de avena con plátano por aquí, Eggs Benedict por allá, y en ese momento me di cuenta de que es ridículo ver Nueva York desde la barrera. Si vas a Nueva York, por dios, tienes que vivirla.

Día 1:

Llegamos al aeropuerto a las 4 de la tarde y a las 6 estamos en el hotel, en pleno Times square. Times square es espectacular, pero tanto tanto que una vez que pasas por allí no quieres volver nunca más. Qué agobio por dios. Si repitiera, desde luego no me alojaría por esa zona. Tiraría más hacia la calle 34 que realmente está en el centro de Manhattan. Fue un error además porque la mayoría de chinchetas de mi mapa estaban de la calle 14 para abajo que es donde están los mejores restaurantes y los sitios más especiales.


Esa noche cenamos en Hell´s kitchen que es un barrio pegado a Times square, y que va de la 50 a la 40 por la 9º avenida. Hay muchos restaurantes, es casi como un Chueca en Madrid. Un poco "mucho ruido y pocas nueces". Ambiente agradable, cenamos bien.

Día2:

Llueve a cántaros, así que solo queda una opción: museos. Irte a un museo el primer día es mortal. Al menos creemos que por culpa de esas 4 horas en el museo nuestros pies gritaron Socorro y nos jodieron vivos. El museo de historia natural es un coñazo de mil pares de narices (o cojones). Los dinosaurios son espectaculares pero el resto es insufrible. ¡¡No hay más que dioramas!! así yo también hago un museo.


Nuestra intención es dar una vuelta por el Upper west side pero es imposible así que nos tenemos que ir a un lugar cerrado. Yo grito Macy´s y Ángel que es un santo, me sigue. Macy´s que en las películas parece un sitio como muy especial es bastante hortera y chabacano. No obstante me compro 4 vestidos. Macy´s te sorprende porque vas a pagar algo y te cuesta siempre menos de lo que crees. Primero porque te hacen el 10 % de descuento por ser extranjero y segundo porque cambian los precios constantemente. Con decirles que volví para cambiar el vestido de talla y me pagaron 5 dólares.

Después de Macy´s paseamos por la quinta avenida. Aquello es muy feo. Había que haberse apuntado qué parte de la quinta avenida es la que mola. Suponemos que lo descubriremos más adelante. Vamos a la Biblioteca pública porque nos la encontramos de casualidad y hay que cobijarse de la lluvia. Es realmente bella. En el Bryant Park nos sorprende la semana de la moda de Nueva York!!!! oh yeah, esto pinta bien. 100 metros después vuelve todo a ser muy feo.

Llueve a cántaros pero hay que cenar así que tiramos de "MI LISTA ESPECIAL" que tardé 6 meses en confeccionar y nos vamos a Beacon para probar LA MEJOR HAMBURGUESA de Nueva York. Yo realmente pensé que la crítica exageraba pero dije: “comprobémoslo por dios santo”. Beacon es un restaurante caro, nada más entrar nos invitan a pasar a la barra y sin dudarlo me pido un Cosmopolitan, que a partir de aquél momento será mi bebida favorita del mundo. Pasamos a la mesa y cuando llega la mejor hamburguesa de Nueva York, pensamos “bah, no era para tanto”. Viene cortada en dos. Los ingredientes aparte y una salsa de tomate a un lado. Cómo explicarles… EL CIELO. Pepinillo dulcísimo, pan tostado, no el típico de hamburguesa sino más duro, cebolla frita, tomate a la plancha, todo asado con el jugo de una carne exquisita. No puede ser ¿Es esta la mejor hamburguesa que he comido nunca? La cosa no termina ahí porque las patatas fritas son: LA LOCURA. Tienen un regustillo a canela así que deduzco que se trata de una pimienta árabe.


Aprovecho el momento para hablarles del tema de la propina. Hay que dejar un 18% que es algo demencial. Todas las cartas mienten, el solomillo no cuesta 20 dólares, ¡cuesta 24! Encima lo haces con rabia porque no te tratan bien. Hacen que te tratan bien, actúan, pero tú sabes que en el fondo piensan que eres un coñazo de cliente y sólo te sonríen porque está estipulado en su contrato. En Londres la sonrisa de cada camarero es real. Mierda, ya empiezo con las comparaciones.


Día3:

Llueve, pero pensamos "a la mierda ¿acaso no trajimos chubasqueros?" así que nos vamos a Riverside Park que es un parque precioso que está en el Upper West side, al norte, casi llegando a Harlem.


Allí se rodaron las escenas de Tom Hanks y Meg Ryan encontrándose en el parque en "Tienes un Email". La gente hace footing recorriendo la Ribera que da al río Hudson y el lugar es encantador. No son ni las 12 y no podemos más. Ángel se muere de dolor de pies, y yo también, propone comprar unas Nike con cámara de aire y ahí empiezan los problemas. Tenemos que salir del parque y encontrar una tienda para comprar unas zapatillas. Uno piensa, comprar unas zapatillas en NY está tirado! YA, y un cojón. Tardamos 15 calles en encontrar un sitio (y eso que estamos en la calle Broadway) y lo vemos de casualidad porque en Nueva York todo está escondido. Ahora me dirán que no, , que está todo bien señalizado ¡pues quiero pruebas!. Por eso decía que no es una ciudad fácil. Si te vas a comprar unas zapatillas más vale que sepas donde ir. La cosa es que a nosotros nos encanta pasear por las ciudades y descubrir lugares nuevos. Pues desde aquel parque tan bonito del primer párrafo a la tienda de zapatillas fue todo BASTANTE HORRIBLE.

Después de cambiarnos y de estar comodísimos con las Nike más horteras que ningún ser humano debería calzar jamás, nos vamos a uno de los barrios más estimulantes de NY: el meatpacking discrict, una especie de nuevo Soho en el que gente como Stella McCartney y Alexander McQween le cambian la cara a los antiguos mataderos que tanto y tan bien grabara Martin Scorsese. Comemos en un italiano exquisito que huele a carnicería y luego subimos a High Line que es una especie de parque creado por los vecinos en las antiguas vías del tren. La gente se tumba, hace picnics improvisados debajo de los puentes (!!!), pasea, mira la ciudad desde una altura razonable y así a lo tonto pasa el sábado.


Justo debajo está el Chelsea Market que es mi lugar favorito de NY, es un mercado solo de cosas ricas, pastelerías, supermercados orgánicos, tiendas de galletitas, cupcakes… qué les voy a contar.


Día4:

Sunshine. Todo cambia. Los días se vuelven calurosos, y nuestros pies van mejor. Es importante abrir un paréntesis y explicar que yo el turismo lo hice por dos. Me desperté todos los días a las 6 de la madrugada, como un reloj. El jet lag me acompañó hasta el final. Asi que a las 7,30 salía del hotel me daba mis vueltas por ahí y quedaba con Ángel a eso de las 10.

El Rockefeller center mola, lo vemos de pasada y vamos hacia Central Park. Al llegar a la quinta avenida entendemos que esa es la zona buena, sólo son 5 calles.

Entramos en el Central park por la puerta del Apple Store y bordeamos toda la parte bonita, es decir, que no la vemos. Todo el mundo está perdido, somos unos inútiles. Vemos los otros dos lagos y el importante no aparece por ningún lado. Bah, ya volveremos otro día. La cosa es que en realidad debería dar igual, si te equivocas de puerta… deberías disfrutar igual. En el Hyde park por ejemplo (mierda, ya lo hago otra vez) no importa por donde entres, es todo maravilloso. Ya les digo, manual de instrucciones…

Salimos del parque para dar una vuelta por el Upper east side. Caminamos por la Avenida Madison. Joder, en Mad Men sale más bonita. Nada del otro mundo. No nos sorprende. No veo edificaciones interesantes. Todo muy normalito. Entramos a comer en el típico restaurante americano, me tomo mis primeros eggs Benedict y flipo, qué cosa más rica. No recuerdo nada más de ese día. Nueva York huele mal.



Día 5:

Ese día toca Soho, Little italy y Chinatown pero lo hacemos todo al revés. Primero porque no entendemos muy bien donde está el centro neurálgico del Soho y nos lo saltamos, después porque en little Italy son las fiestas de San Genaro, que nos hacen mucha ilusión porque nos recuerdan mucho a Los Soprano, pero no nos dejan ver el barrio. Y tercero porque Chinatown es un horror. Solo cruzamos la calle Canal para echar un vistazo y salir huyendo. Yo no tengo ninguna intención de comprar imitaciones. Chinatown es un pedazo de China. Un pedazo feo.


Comemos en la MEJOR PIZZERÍA DE NUEVA YORK: Lombardy´s ¿Creen que exagero? Pruébenla, nada volverá a ser lo mismo. Mi afición por la pizza viene de familia. Somos todos muy pizzeros, pero no porque seamos muy de llamar a Telepizza los martes. No. En mi familia hacemos pizza, la amasamos y toda la pesca, y en los cumpleaños en vez de solomillo cenamos pizza. El que mejor la prepara es mi tío Jorge, que es el que lleva la iniciativa y el que dice si hay que usar harina cuatro ceros o bizcochona.

La pizza de Lombardy´s es exquisita sobre todo por su salsa de tomate que es lo suficientemente picante, la mozzarella que lleva además nata y por la albahaca que le ponen encima. Lo que me encanta de los americanos es que siempre están compitiendo, por eso hay pizzerías espectaculares porque hay gente como yo que hace listas y las vuelve mejores.


Seguimos buscando el Soho y no lo encontramos, hace mucho calor y hay mucha gente. Decepción. Subimos al Top of the rock. Las vistas son impresionantes. Ángel dice, Nueva York es más bonita desde arriba. Es súper divertido buscar tu rinconcito para hacer fotos, a lo tonto se te pasan las horas. En ese momento pienso que todo lo hemos visto mil veces, pero no lo hemos visto de cualquier manera, sino mejorado. Lo hemos visto en el cine, donde cada rincón se perfecciona y los defectos no existen. Es normal que de alguna manera nos sintamos decepcionados. Por la noche Chicago en Broadway, una gozada.



Día 6:

Es martes. Vamos a B+H la tienda de tecnología regentada por judíos, y hacemos que sangre la Visa. No puedes parar de comprar. Hay tanto y es todo tan barato. Son todos súper amables, se desviven por hablarte en español, te explican las cosas 20 veces y súper lento, para que los entiendas. Por fin tenemos un objetivo bueno para la cámara y nos vamos a hacer turismo con el equipo completo. Agárrense que vienen curvas: próxima parada Brooklyn.


Hace tiempo había leído en Intenet que Brooklyn era el nuevo Manhattan y que una parte determinada entre las calles Bedford y Grand St. era el nuevo Soho. Lo escribía una argentina, si la ven tráiganmela para que la mate. Nos bajamos en Grand st. para ver el nuevo Soho. El nuevo mojón vimos. Qué cosa más horrible, me gustaría mostrarles la imagen pero no la tengo porque ni siquiera me plantée que podía hacerle una foto a aquello. Es una zona de avenidas grandes con ferreterías y tiendas horrorosas donde te pintan flores en las uñas. Pensamos que quizás andando un poco…. Me planteo coger un taxi pero entonces caemos en la cuenta de que por allí nadie ha oído hablar nunca de los taxis. Ni autobuses, ni nada. Solo camionetas oxidadas.

Preguntamos por la Avenida Bedford y no la concen. Llegamos a una gasolinera, entro y me siento a punto de ser raptada por una familia de mongólicos para torturarme durante 5 días y luego matarme. Vemos un comisaría de policía y por fin alguien nos dice como llegar. Pregunta que si vamos andando y ríe a carcajadas. Cruzamos una avenida y todo cambia. Ya no estamos en la Matanza de Texas, ahora hemos viajado en el tiempo. Estamos en 1950, es el barrio judío. Los hombres van con abrigos y sombreros y las mujeres con trajes de cuello alto, faldas de lana, chaquetas y sombreros. Hace 30 grados.


Las calles parecen bonitas pero de pronto, 200 metros después todo se vuelve horrible. Queremos huir de allí, llevamos una hora dando vueltas, definitivamente no hay taxis y es una locura dar marcha atrás y volver al metro. Yo casualmente tengo apuntadas unas paradas de autobús para ir al Prospect park que es como el hermano menor del Central park . Esperamos al autobús exactamente 45 minutos bajo el sol infernal, suerte que los judíos y las judías pasan por ahí todo el rato porque es un espectáculo verlos (que me perdonen los judíos, pero no me digan que no son graciosos con esos ricitos ridículos). El autobús parece que nunca va a llegar a destino, no sabemos si nos hemos perdido, no sabemos nada. Por fin nos bajamos en Prospect park. Por supuesto pasamos olímpicamente del parque. Le grito a Ángel "crucemos el maldito puente ya, volvamos al siglo XXI por lo que más quieras".

Antes del puente comemos en Grimaldy´s, que es la segunda mejor pizzería de NY. Es igual que la de Lombardys pero aun no han logrado copiar su sensacional salsa de tomate.

El puente de Brooklyn… bien. Es un puente no sé. Es divertido hacer fotos. Al llegar a Manhattan nos encontramos con la zona del City Hall, es una edificación súper bonita, muy inglesa. Yo creí que mucho New york iba a ser así. Brooklyn nos ha matado. Queremos cambiar de estrategia. Decidimos que se acabó el turismo, a partir de mañana. COMPRAS Y SÓLO COMPRAS.


Día 7:

Compras. Tal cual. Empezamos por el Apple Store, nos compramos este Mac Pro (sigo en el avión). Seguimos en Gap, vaqueros a tutiplén. Tienda Disney, regalos para mi sobrino, Fob Swartz, me subo al piano. Tienda HBO: mil cosas. Me jode no comprarme la sangre de True Blood porque tengo miedo que se me rompa la botella en el avión y me estropee los vestidos (qué teléfila de pacotilla estarán pensando las chicas de Bytheway). Y el día es maravilloso. No obstante no veo nada que me sorprenda, todo muy convencional. Cenamos en un italiano de mi lista: Da Rosina en pleno Times square, en la calle de los restaurantes, la 46. En ese momento no nos podemos imaginar que nuestro viaje va a dar un giro radical.

La relaciones pública de Da Rosina es de Madrid. Está loca, es lo más. Nos ordena que vayamos a Café Wah? el jueves a ver al mejor grupo de NY.


Día 8:

El jueves empieza mágico. Por la mañana me voy a pasear por los alrededores de la calle 34 y encuentro una típica cafetería americana. Esas con sillones de cuero unidos por la espalda. Pido un típico apple pie y un café con leche entonces sucede el milagro. Empieza a sonar Don´t stop believe de la última escena de Los soprano. No me lo puedo creer. Esa tarde volvemos al hotel muy temprano porque vamos a salir por la noche.

Ya habíamos estado en Greenwich village pero tampoco habíamos sabido encontrar el centro neurálgico, es lo más parecido a La latina de Madrid. Con las indicaciones de la madrileña fue muy fácil. El Café Wah? está en la calle MacDougall entre la 3º y la 4º. La calle Mc Dougall es el centro del mundo. Está llena de garitos, restaurantes, bares de copas, sitios chulísimos y gente guapa. El grupo es la leche. Tiene 5 cantantes, un negro, una negra, un jamaicano, un rockero y un grunge. Lo tocan todo. Desde Radiohead a Stevie Wonder. No se puede ir a NY y no ir al Café Wah (consejo para Raúl Navarro, alojate en Greenwich Village por lo que más quieras).

Justo antes de entrar en el garito veo una tienda de vestidos especiales y me compro 3 porque soy así de guay.


Día 9:

Me pruebo los vestidos ¿Como pude haberme comprado éste? Me voy a cambiarlo mientras Ángel duerme. Llego a Greenwich Village a las 9, todo abre a la 1. ¿Quéeeeeee? Esto no me puede estar pasando. Me pongo a andar, cruzo la calle Houston (la que divide el Noho del Soho, que justamente debe su nombre a SOuth HOuston) y pruebo otra vez, esta vez tengo que encontrar el maldito Soho. Vuelvo a equivocarme. Me lo salto y llego al río. Veo que pone West Soho en algunos sitios, pero eso no puede ser, son sitios sin gracia. Edificios normales. ¿qué está pasando? Decido pasar de todo. New York es una mierda. No puedes encontrar nada. Y me voy a coger el metro. Entonces sucede. Llego a la calle Thomson con Spring. Y todo cobra sentido. Esto es New York coño. Han pasado 9 días pero lo he encontrado. No puedo quedarme porque todo abre a la 1 y son las 10. Tengo que volver más tarde.

Huyo hacia el hotel, recojo a Ángel pletórica y nos vamos al Central Park, esta vez al bueno. Entramos por la puerta del edificio Dakota. ALUCINAMOS. El lago es más bonito que en el cine. Nos subimos a una barca y disfrutamos cada segundo. Es emocionante ver la fuente, la habíamos visto en tantas pelis. Son las dos de la tarde, repetimos pizza en Lomardys. Y por fin voy al Soho de NY. Veo cosas espectaculares, tiendas rarísimas, cosas que no había visto antes. entro en galerías, en librerías especializadas en diseño. Todo me resulta encantador. Hay una tienda llamada Martina Tarantino, que hace unas pulseras maravillosas imposibles de pagar. Entro en Betsy Johnson. Veo de refilón Chanel y compro regalos para todos. Esta vez sí.

Repetimos hamburguesa en Beacon y esta vez pedimos postre. Algo exquisito llamado souflé de Bourbon con nueces de pecan. No puedo explicar lo exquisito que era.


Día 10:

Solo nos queda por hacer una cosa, ver la estatua de la libertad. Vamos a Wall Street, vemos un poquito el distrito financiero, alucinamos con la locura de los japoneses por las fotos. Qué manera de moverse, qué frenesí turístico. Y llegamos a Battery Park. No nos subimos al Ferry porque nos da mucha pereza así que sacamos el teleobjetivo y la vemos de lejos, ala. ¡A hacer cosas interesantes!

Repetimos Meatpacking district y tomamos el Brunch en Pastis. Lo del Brunch en Pastis merece un capítulo aparte. La gente se mata por conseguir una mesa, porque no se trata solo de tomar el Brunch sino de estar allí. Pastis es un sitio súper abierto con una sala muy grande en la que la gente va a lucirse, pero que su punto fuerte está en la maravillosa terraza donde Carrie Bradshow y su amigo gay almorzaban y lloraban por los hombres. Es muy antinatural comer en Pastis con unas nike pero no me quedaba más remedio, sepan chomprender. Después regalos en Chelsea Market y cena en la pizzería más antigua de Nueva York: John´s Pizzería en Times sq. Muy por debajo de Lombardy´s y Grimaldy´s, a años luz. Aún así rica. Lo que es impresionante es el lugar.



Conclusiones:

Ahora que releo me doy cuenta de que parece que Nueva York no me gusta cuando es fea. No, no va por ahí. Son muchas cosas. Coger el metro es muy difícil, los fines de semana se complican. De pronto vas a Uptown (en dirección norte) y en la calle 42 te dicen que ahora vas a Downtown (dirección sur), que te bajes. La gente no es amable, en general no. Es bastante borde. Cuando les hablas un inglés malo resoplan y luego te contestan. No me extraña, es una ciudad muy estresante, yo no sé como aguantan los pobres. En el caso del metro por ejemplo… nadie se queja. Los cambian de dirección y no se quejan! se bajan del tren y se suben al siguiente, que a lo mejor tarda en llegar 15 minutos. No es una ciudad fácil. Si hay algo que le pido a una ciudad es que me haga sentir cómoda. Para ver imágenes ya tengo internet.


Pero hay algo que para mí es clave. Yo adoro las cafeterías. Me encanta sentarme en un sitio y tomarme un café. Me encanta de pronto parar a tomarme una caña, una coca cola. Descansar y disfrutar de la vida. En NY es impensable. Hubo momentos en los que no podíamos más y no había donde tomarse una coca cola. Pero fíjense en una cosa… los neoyorquinos están creando sus propias cafeterías, cada dos por tres te encuentras con un jardín urbano lleno de mesitas para que puedan tomar sus coca colas en vasos de plástico. La cosa es que el momento delivery tan ochentero, no puede sostenerse más. Miren, en el hotel por ejemplo todos los platos y vasos eran de papel. En cualquier sitio, quitando los restaurantes los vasos son de papel. Tanta cosa con el cambio climático y se pasan el reciclaje por el forro. La pregunta clave es ¿Las cafeterías dejaron de existir porque nadie consumía? ¿O nadie consume porque no tienen donde hacerlo? Está claro que la velocidad a la que va NY hace que se necesite el café de cartón, pero ellos crean sus lugares, entonces es que ese momento de descanso sí que es necesario.



El otro día estábamos buscando un sitio para comer y vemos a un grupo de españoles detenidos junto a nosotros mirando por el cristal de aquel sitio para comprobar que efectivamente era un fast food. El grupo se quejaba y discutía que "dónde comemos". Una dijo "pero no entiendo qué es lo que quieres", y la otra contestó "Lo que quiero es que me sirvan, quiero sentarme, quiero que me traigan la bebida y que me sirvan al comida en la mesa". Es sencillo ¿no? Pues no, cuesta mucho.

Sí, nos equivocamos demasiado pero lo remediamos. ¿Volver? No sé. Dentro de muchos años quizás. Londres sigue siendo mi ciudad favorita del mundo, seguida de Buenos Aires y de Madrid. Nueva York no va conmigo. Y miren que yo intenté ir con ella.

Queda una hora de viaje. Una hora para volver a Madrid... una hora para empezar e echar de menos Nueva York.

Homenaje a Richard Estes en Times Square