Pongamos por caso que usted quiere hacer un curso en una universidad pública. Pongamos también, que dicho curso habla sobre supuestas formas de curar que nunca han sido demostradas. Bueno, nunca está de más explicar algo de historia de la medicina hasta llegar hasta nuestros días. Pero si este curso presenta semejantes sangrías como terapias probadas, ¿no debería escandalizarnos que se enseñe curanderismo 2.0 en una institución que pagamos TODOS?
Pues no. Nadie se escandaliza. Y lo que es peor, estas universidades aprueban cursos de este tipo, los fomentan e incluso los defienden poniendo en duda su moral y profesionalidad.
Es evidente que el pensamiento crítico no le da a uno un chalet en Marbella o un Audi Q5, pero lo que hoy les cuento, sí.
Resulta que este año, en el programa de "
Els Juliols" de la
UB se presenta un curso con título "
Introducció a les medicines complementaries". Como si hubiera dos medicinas. Pero da igual, está de moda decir que haces reiki, que curas a la gente con poderes que salen de tus dedos. Que te tomas gotas de agua o pastillas de azúcar y se te levanta lo que no está escrito. O que pegándote un lingotazo aromatizado con flores, es realmente el aroma de flores el que te hace que te entre sueño y no
el whiskito que te has echado de un trago entre pecho y espalda. O que leche, simplemente que se folla más si uno va de molón newagero antivacunas ayurvédico. Pruébelo. Incluso en
Modern Family conocen el recurso del terapeuta alternativo que
usa la palabra energía como algo que no saben explicar que es pero usan para explicarlo todo.Y eso es lo que van a aprender los pobres incautos que se dejen los pocos ahorros que cuestan pan y sudor conseguir en estas épocas, ilusionados pensando que les hará mejores médicos, farmacéuticos o ingenieros. Porque estos cursos al final, no tienen filtro. Usted es ingeniero, conductor, escriba o Sergio Ramos y puede sacarse un
máster en medicina homeopática sin despeinarse, oye. Y lo que es peor, puede montar su chiringuito y sangrar a gente con los conocimientos que, como en la
UB, puede aprender en alguna universidad de pacotilla. Porque en eso se convierte todo aquel centro que decide abrir sus puertas a la superstición, la pseudociencia y el chauvinismo.
Supuestamente, en las universidades se debería controlar lo que se enseña y además, como ley no escrita, debería enseñarse conocimiento contrastado. Pero ¡Oh!, poderoso caballero es don dinero. Y algunos venden fácilmente y en minutos el prestigio que otros tardaron en conseguir durante muchos años y con mucho esfuerzo. Que lo peor no es que se hagan estos cursos. A mí me daría igual que se dieran en otros foros. Pero en una universidad no. Una universidad da estatus de validez y sencillamente, dejando sus atriles en manos de charlatanes lo que consiguen es que estos, en adelante, vivan de haber dado alguna vez un curso de 20 horas en la UB. Los que aprueban la docencia de estos cursos no son conscientes, pero lo que hacen es grave. Muy grave.
Y nadie se escandaliza.
O sí, pero solo somos unos pocos. Y nos escandalizamos al ver temarios como el siguiente:
Vamos, un compendio de pseudoterapias nunca demostradas, que en el mejor de los casos el propio terapeuta ni siquiera sabe que no están demostradas y simplemente es, como en otros casos, un incauto más que ha sucumbido a los que sí que mueven el pastel que son esos que, como ya les he contado, molan más.
Hay algo paradójico. Cuanto mayor es la educación de una persona tanto más dispuesta esta a creer en seudociencias, porque se entera de su existencia. La paradoja es que la educación, tal y como está, en vez de hacer que la gente piense en forma científica hace que se vuelva más supersticiosa. Es muy común encontrar especialistas científicos que se hacen tratar por psicoanalistas o por homeópatas.
Porque si no es así, no me explico cómo alguien como
Anna Diez Pascual, docente en
Química Orgánica puede apoyar cosas como la
Homeopatía, que van contra todo lo que sabe y conoce. Y lo que es mejor, contra todo lo que desde el inicio del Cosmos, sigue funcionando. Ya saben,
Avogadro y demás. Pero da igual, estas terapias se lo cepillan todo de un plumazo, al igual que se cepillan otras cosas. Porque ya saben, mola.
Eso sí, no sean ustedes también incautos al pensar que la broma les va a salir gratis. Y es que incluso el despiste se paga. Y se paga a buen precio. Que lo que se paga no da para el chalet en Marbella de los mandamases. Pero para una buena mariscada sí, y a nadie le aparecen males. ¿Es, entonces, una mariscada una nueva terapia? Aunque como dijo un juez,
el problema es suyo por creer semejantes chorradas. Y si no, vean vean.
Y aquí estamos de nuevo. Como
antaño. Denunciando desde este humilde blog algo que creemos inconcebible e incomprensible.
Y es que somos muchos los que creemos que una universidad pública, o en realidad cualquier centro de enseñanza, no debería dar legitimidad a estas peligrosas prácticas para la salud pública, a la par que suculentas e incapaces de probar nada más allá del efecto placebo. Que es lo que, sin quererlo, llevan probando año tras año:
que el placebo existe y funciona. Pero volviendo a lo anterior: No.
Una universidad nunca debe ser el lugar donde la superstición, la superchería y las falsas creencias campen a sus anchas. Y no vale excusarse con los recortes en educación. Se presupone que las universidades y sus representantes están un paso más allá de estas excusas, y que deben preservar el prestigio y la profesionalidad de una institución de tal calibre más allá de cualquier goloso caramelo que les pongan en la boca. ¿O es que alguien se imagina a una academia de la lengua añadiendo palabras inventadas en sus diccionarios, solo porque unos locos les pagan para que las añadan?
Se empieza a respirar un cambio global en los sistemas educativos. Después de algunos siglos de enseñanza dogmática, donde otros
decidían lo que era interesante que aprendiésemos todos, hoy empieza a vislumbrarse un pequeño cambio. Cada vez son más los pensadores qué, como
Mario Bunge o el conocido
Kent Robinson, buscan una enseñanza basada en el pensamiento crítico. En el debate. No tanto aprender a memorizar como aprender a pensar. Que entre pensar y pensar críticamente, hay algo de redundancia. O quizá es que a mí no se me ocurre otra forma de pensar que no sea en base a la crítica. Y
eso es lo que empezó a hacer "
Els Juliols" de la
UB en 2013 y ha empezado a torcer este año, desmontando así de un plumazo eso de que el 13 trae mala suerte. Y demostrando también,
que hacen falta más cursos de Pensamiento Crítico.
Pero no se puede consentir. No se puede.
Y uno empieza a plantearse si, sin que nos llamen nazis por hacerlo, consultar a la gente sobre este curso puede hacerse con una recogida de firmas.
Petición para retirar el curso "Introducció a les medicines complementàries" de la UBEvidentemente, os pido la máxima difusión y ayuda.
Saludos.
ACTUALIZACIÓN:Por cierto, que me comenta
P.G. Ortega que la directora y profesora de este curso
no es una novata en estos lares. Que ha presentado cursos de espiritualidad y otras cosas. Vamos, lo peta.