viernes, 20 de febrero de 2009

Águila Roja

El éxito se olía en el ambiente porque la gente llevaba hablando de Águila roja varios meses y así ha sido. Un 26% de share. Un éxito rotundo de TVE y de Globomedia.

Es imposible de todos modos entender las claves del éxito, pero gracias a esto, cualquier cosa que haga Globomedia a partir de ahora, ya sea una serie futurista en una nave espacial atravesando la galaxia tendrá un bar regentado por un matrimonio pizpireto y un grupo de niños planeando mil travesuras mientras sobrepasan una lluvia de meteoritos.

La serie está bien. No para mí, porque esa serie no es para mí, ni aunque me empeñe. Pero está muy bien. Intenta ser entretenida (si tuviera 40 minutos menos posiblemente lo lograría), está cuidada y ... mierda no me salen más halagos así que este párrafo tiene que terminar de una vez.



Águila roja tiene un problema muy gordo y se llama Miriam Gallego. Esta chica sale y todo lo que hay alrededor desaparece. Lo eclipsa y pone en evidencia además el desequilibrio entre todos los personajes. Los hombres en esta serie no existen. Cuando aparece la marquesa la serie revive. Y claro, cuando desaparece la serie se apaga.


Lo mismo pasa con Inma Cuesta, que siempre va como si estuviera haciendo un musical, se contonea, respira, habla como si en cualquier momento fuera a empezar a cantar y a bailar, así que uno la mira con expectación. Es bonita, tiene gracia y es tan parecida a Penélope Cruz que llega a deslumbrar.


El mayor problema de Águila Roja es que estaban tan ocupados pensando en ninjas, decorados, niños, matrimonios graciosos, que se olvidaron de crear al personaje principal. Gonzalo de Montalvo es soso de cojones y no está mal ojo, porque es el alter ego de Águila Roja, que es el verdadero superhéroe. Pero es que Águila roja es más soso todavía, y aburre más porque imposta la voz.

Lo de tutear, inventarse el castellano antiguo, soltar tonterías como lo del pulpo... no lo veo importante. Ellos ponen las reglas.

Yo la estructura la habría hecho diferente. Hubiera empezado directamente con la pelea ninja, y la muerte de la madre la hubiera metido a lo largo del capítulo como un flashback. Pero me parece que si me lo cuentas todo en orden cronológico, la génesis del héroe tiene que estar. Es divertida. Aquí hay un intento de ocultar la personalidad real de Águila roja pero no dura ni media escena. Sabemos quien es desde que lo vemos por primera vez. Es imposible ocultar nada ni jugar al despiste porque ambos personajes no tienen ninguna personalidad. Además, en esa villa en que cada extra y cada actor es feo y gordote está claro que el único posible para ser el gran héroe es Gonzalo.

El hijo se pone a robar para ir a ver a su tía, porque no aguanta al padre. ¿No lo aguanta por qué? No hemos visto nada, tira platos y tazas en una escena, vale ¿y? Sabemos que no le hace caso al hijo porque el hijo lo dice, pero por Dios, una escena ¿no? Si el niño va a empezar a delinquir por esto, cuéntamelo bien, que yo lo vea.

Lo de la taberna, los niños, las mujeres echando las broncas a sus maridos... a mí no me gusta pero lo entiendo, por lo visto funciona. Nunca sabremos si la serie hubiera funcionado igual sin esos elementos. Yo creo que sí, pero yo nunca fui buena pitonisa.

A mí de esta serie me engancharía el tema del triángulo marquesa-cuñada-maestro. Todo lo demás me da igual. Por eso creo que esta serie tiene, para variar, alma de culebrón con ínfulas de teleserie. La veo demasiado infantil, demasiado facilona e inocentona. No es para mí, pero sí para 5 millones de personas y esos son los que importan.